29 de agosto de 2008

Prólogo: Ahora que ya no soy/tengo Cicerone


Se acabó, como todo lo bueno.

Despues de mucho pensarlo, al final, he decidido volverme al Sur, si. Y creeme ha sido una decisión muuuuy difícil (realmente difícil) y es que cuando te dan el resguardo del titulo, no te dicen nada más que te pases dentro de tres o cuatro meses, no para orientarte, que va, sino para recoger el papelito que dice que eres tan biologo como la Obregon.

Había muchas cosas a sopesar. Cosas personales, profesionales, espectativas de futuro, bla bla bla...

En estos meses cada dos días cambiaba de opinión, cosa no muy anormal en mi, pues a pesar de mi escepticimo, lo de la indecisión de los libra se ajusta a mi un monton (y a la señora de Baza). Tampoco es de extrañar esta indecision, porque manejar los aparatos que he manejado, ronda el extasis.

El tener a una Cicerone (o guia) como la que he tenido (porque yo, por mucho que se refirieran a mi como "el cicerone", nunca he sido tal) ayuda mucho a simplificar las cosas. Ella me ha ayudado a quitar la paja y quedarme con lo importante del mundo de la ciencia (es decir las publicaciones en revistas). Gracias a esta mujer (la cual en un primer momento no valoré lo sufiente) veo este mundillo desde otra perspectiva, por qué no pasaría mucho antes por mi vida.

Llevaba tiempo quejandome de que necesitaba a alguien que me aconsejara, alguien con una experiencia suficiente y que fuera independiente (vamos que no fuese a ser mi jefe). Y mira tu que la tenia justo al lado. Mi Cicerone (así quedará para los restos) me ha dado consejos para presente y futuro que seguro que me serán de más utilidad que todas las técnicas que he aprendido (por cierto, lo de pintar de marron rodajas de embrión se me da de lujo). No tengo palabras de agradecimiento para ella.

Así pues, vuelvo a casa, aunque no para siempre, solo por unos años más.

Hasta pronto Madrid y madrileños.

No hay comentarios: